En América Latina, la crónica ha hecho los grandes registros de las guerras,sobre todo las intestinas, esas que se empatan unas con otras, se solapan, seinician y terminan casi de modo imperceptible o no terminan. Aun así la mayorguerra, nuestra gran guerra, es la cotidiana, la que se reedita cada día alsalir el sol y se perpetúa con el rebusque, con la sorprendente capacidad desupervivencia; una guerra multitudinaria y sin tregua. La crónica ha exaltadoen América Latina nuestra enorme vocación de supervivientes. Pero también, hasido el instrumento más vigoroso para afrontar la violencia, la guerrillera, ladel narco, la del Estado, la callejera, y la peor forma de violencia contra lospueblos, que es la política, la mala política. Aquí hemos enfrentado el reto decontar y hacer verosímil el absurdo, el disparate, el contrasentido de losEstados y sus clases dirigentes.
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- Contenido
- Narrar un continente inacabado, Sergio Ocampo Madrid
- Contar la aldea, Martín Caparrós y Alberto Salcedo Ramos
- Las guerras: las de hoy, las de siempre, Juan Miguel Álvarez, María Mc Farland y Darío Fernando Patiño
- Palabra de mujer, María Moreno y Melba Escobar
- La épica de lo cotidiano, Miguel Ángel Manrique, Andrea Mejía y Juan Manuel Robles
- La ciudad y sus narrativas, Carlos Manuel Álvarez, Karina Sainz Borgo y Guido Tamayo
- Hacer verosímil el absurdo, Alberto Salcedo Ramos, Emiliano Monge y Sergio Ocampo Madrid
- La futura escasez de palabras y la abundancia en soledades, Gilles Lipovetsky y Juan Carlos Henao
- Participantes del xi encuentro internacional de periodismo